Encontrar una relación entre teatro y psicología es algo que resulta
tan simple pero a su vez muy complejo. Primero, resulta simple, porque el
teatro es una representación de la vida misma, donde tienen lugar emociones y
conductas de personas que nos atrevemos a observar desde el patio de
butacas. En segundo lugar, es complejo,
porque hablar de psicología en el teatro es algo obvio: hay unas personas que
se ponen las máscaras de otras, bajo las que triunfan, fracasan, sufren, ante
unos focos cegadores. ¿Por qué es complejo entonces? Porque resulta difícil
desligar dos términos que están tan unidos.
El objetivo del arte teatral es emocionar y conmover. La actuación dramática consiste esencialmente en
la expresión y la transmisión de las emociones de los actores y sus personajes,
de donde se desprenden a su vez las emociones de los espectadores. La
representación de las emociones es un elemento central del trabajo del actor.
Si resulta complejo desligar los dos
términos, al menos es de mi interés conocer cuál es el estado psicológico del
actor, ante la complejidad de reacciones emocionales intensas que les toca
representar. He considerado por tanto, que contar con el testimonio de alguien
que lo vive en primera persona podría resultarnos muy interesante.
Juan Caballero es actor. Ha
trabajado en teatro, en cortometrajes y ha participado puntualmente en series
de televisión. Juan es un actor que se entrega en todos los papeles que hace, y
exprime y disfruta de cada una de las oportunidades que le brinda su profesión.
De lo poco que conozco de él, os puedo contar que es generoso, honesto, humilde
y un soñador. Vamos a conocerlo un poquito más con esta entrevista, y
aprenderemos lo que supone trabajar en la interpretación. Estoy convencido que
Juan tendrá un hueco importante en el mundo artístico, sino, tiempo al tiempo.
Juan, lo interesante y divertido en la profesión de los actores es “jugar a
ser otros”. ¿Qué recursos utilizas para meterte en la piel de tus
personajes?
Como bien dices la
cuestión en esta profesión es "jugar", el claro ejemplo de ello son
los niños y su facilidad para pasar de ser un médico a un astronauta en
cuestión de segundos en sus ratos de ocio.
Hay muchas maneras de
acercarse a los personajes, desde el análisis exhaustivo del texto, a la
creación del mundo que le rodea: imágenes, situaciones… pasando por la
experimentación (puedes convertirte en ese personaje que buscas simplemente con
el descubrimiento de cómo camina o que ropa utiliza).
Lo importante es estar
abierto, esponjoso a lo que sucede a tu alrededor, confiar en el director y en
tu intuición…
En cuanto a la parte emocional, ¿cómo vive el actor ese cúmulo de emociones
que no le son propias? ¿Te afecta de alguna manera a tu propio estado
emocional?
Hay actores que
tienden a llevarse el personaje a casa, a vivir con él durante el tiempo que
lleva el rodaje o los ensayos, como es el caso de Daniel Day-Lewis. Para mi, es
al acabar la función cuando dejas la ropa del personaje, sus objetos y lo
vivido a través de él para volver a tu vida. Creo que siempre hay poso de las
cosas que le pasan, somos humanos, pero como hablábamos antes también es un
juego por lo cual es más sano saber cuando parar.
¿Alguna vez has terminado una obra y te has quedado mal por lo que le
ocurría a tu personaje? ¿Resulta fácil despegarse de las ‘pieles’ de tus
personajes?
La verdad es que no es
tan complicado como puede parecer, siempre hay un pequeño tiempo de reajuste,
de volver a tu ser. La mayoría de veces lo que les ocurre a los personajes va
más allá de nuestra realidad cercana y esa segunda "piel" es como el
maquillaje que desaparece en el camerino.
Juan, tú tienes experiencia en teatro, habiendo trabajado en diversas
obras. ¿Cómo es la relación con el público? ¿Qué sientes al recibir respuesta
inmediata de lo que les trasmite tu personaje?
Para mí el teatro es
un subidón, es imposible no sentir la presencia del público en el patio de
butacas. La reacción a todo lo que sucede en escena, la emoción, la risa… todo
llega de vuelta al escenario en forma de energía. Al público hay que
sorprenderle, pero hay que cuidarlo también, hay que hacerle sentir que esto
que sucede en escena es única y exclusivamente para él. Yo cuando voy a ver
otras obras de teatro es lo que espero, que sean generosos y entregados
conmigo… a día de hoy no todo el mundo se gasta su dinero en una entrada y hay
que darle algo que merezca la pena su esfuerzo.
Además de aportarles tu físico, ¿qué otras cualidades le aportas a tus
personajes? ¿De alguna forma están influenciados por tu personalidad?
Evidentemente uno
intenta aportar todo lo que está en su mano. El personaje que creas tiene todo
de ti: tu físico y tu manera de ser. Sólo hay que saber explotar que partes
tuyas son las que necesita ese personaje. Todos tenemos nuestra parte buena, nuestra
parte agresiva, violenta, divertida… Y el quid de la cuestión está en
"jugar" con esa parte llevándola dónde el personaje y el texto
requieran.
Para mí, trabajar de
actor es un reto diario, es una aventura que no sabes dónde te va a llevar.
Supongo que me hice actor por querer "vivir" otras vidas, por las
ganas de expresar lo que soy y lo que tengo de una manera creativa. El oficio
de actor no es sencillo, y requiere mucha fuerza de voluntad, mucho tesón y
mucha confianza para no dejarse influenciar por lo que diga la gente (toda profesión artística es muy subjetiva en cuanto a las opiniones de la gente);
pero a la vez tiene algo de maravilloso que es saber que lo que haces llega de
una manera u otra al espectador que acude a ver tu obra. El aplauso final es
siempre esa palmadita, ese reconocimiento que engancha y que hace que quieras
volver a meterte en la piel de ese personaje cuanto antes.
me ha gustado mucho
ResponderEliminar